Propiciadores del vuelo. Teatro de manufacturas humanas. Hijos bastardos de la posmodernidad buscándose en el nuevo paradigma del mundo.
Filoctetes .
Filoctetes .

Filoctetes .

por Luis Mario Moncada

Filoctetes fue un general griego miembro de la expedición militar a Troya. Era poseedor del arco y las flechas mágicas de Hércules, En el curso del viaje a Troya, Filoctetes es mordido por una serpiente. Recibe una herida tan dolorosa y debilitante que su amigo Ulises y sus compañeros lo abandonan en la isla desierta de Lemnos. Después de diez años los griegos han tenido poco progreso en el asedio de Troya. Un adivino les dice que sólo pueden ganar con el arco y las flechas mágicas de Hércules. Ulises y Neoptolemo, hijo de Aquiles, viajan a Lemnos por el arco. La obra comienza en este punto.

Con esta sola acotación John Jesurun nos plantea la situación dramática que habremos de enfrentar: tres hombres solos en una isla, uno con urgencia; otro, rencoroso, y el último, con curiosidad juvenil, se debaten en reclamos interminables mientras al otro lado del mar la guerra sigue su curso. ¿Que más hace falta para que la acción se desborde? Tal vez un arco… o una mentira: Filoctetes está muerto, nada de lo que verán es cierto.

Ulises es un personaje de sobra conocido: astuto, pragmático y exitoso, no se detendrá ante nadie para conseguir el arco y regresar a Troya como un héroe; Filoctetes es un poco más oscuro, pese a que Sófocles, Gide, Muller lo han desempolvado. Lo cierto es que durante años ha acumulado suficiente resentimiento para desear la derrota de los aqueos; Neoptolemo es, en cambio (o debería serlo), una figura romántica que con su encanto podría modificar el tenso equilibrio de fuerzas.

La estafeta pasa de mano en mano; no sabemos realmente quién manda, de hecho no sabemos quién es quién, no sabemos cuánto tiempo hace falta para que la historia llegue a su fin, el tiempo es casi circular y tenemos la vaga sensación de estar siempre en el principio, o en el final; de que alguno o todos los personajes nos están engañando. A lo mejor Ulises es en realidad Filoctetes, o éste desea ser Neoptolemo, pero el hecho es que las palabras pasan de uno a otro sin saberse el tiempo ni quién habla realmente en el delirio de un poema escrito a tres voces que se contaminan una a otra.

Tal vez sean sus juegos de alteración semántica, su perverso gusto por las referencias de lo histórico a lo cotidiano, o, al menos, su predilección por la regla de tres, el caso es que John Jesurun ha terminado por ser, para Teatro de Arena, un dramaturgo de casa. No es la primera vez que nos visita, y casi parece que no se ha ido. Desde New York a la Ciudad de México ha establecido un caminito que nos emparenta con su extravío vital, que podríamos entender como el de alguien que, antes de saber dónde está parado, prefiere construir su propia isla.

Con Filoctetes, Teatro de Arena abandona el cabalístico número trece y emprende jubiloso su catorceava puesta en escena. En ella participa el equipo de siempre con algunas deseadas incorporaciones que, esperamos, decidan acompañarnos mucho tiempo. Este es un nuevo intento por habitar el corazón y la mente de nuestro ogro sagrado -el público-, y, para lograrlo, será preciso alcanzar y robar el arco y las flechas mágicas de Hércules. ¿Nos acompañan?

Un texto complejo llevado a escena de modo inteligente, que dio muestra que los mitos griegos aún son opción para el público mexicano.

MICHELLE SOLANO + LA JORNADA + 2001

Estos hombres que se desprecian a sí mismos y a los demás lanzan disquisiciones estéticas sobe la belleza en lo feo, existenciales sobre los límites de la identidad humana, la traición, el dolor, se preguntan sobre el amor y de lo que media entre lo real y lo percibido. Ulises, Neoptolemo y Filoctetes parecen aquí narcotraficantes, mafiosos en ajuste de cuentas. 

LUZ EMILIA AGUILAR ZINSER + REFORMA + 2001

El valor de la palabra, el juego del lenguaje y la riqueza del idioma cobran una presencia escénica monumental, profunda y, evidentemente, poética. El espectador tiene ante sí un discurso textual heterogéneo, que permite crear en su subjetividad una isla propia, paisaje y conflicto personales. 

XIMENA EXCALANTE + REFORMA + 2001

Se trata de un texto muy difícil en el que los cambios de identidad de los personajes y la brevedad de las escenas, muchas veces contrapuestas entre sí, dan un cierto ambiente onírico en el que campean multitud de reflexiones acerca de la vida y la muerte.

OLGA HARMONY + LA JORNADA + 2000

El tiempo se estanca entre las palabras, y así la muerte no existe realmente más que como especulación. Nada se desarrolla, no hay anécdota, no hay principio ni fin, sólo ese pantano habitado por el deseo y la culpa. Un trabajo también difícil para los actores, que lo llevan a cabo con un meticuloso cuidado.

BRUNO BERT + EXCELSIOR + 2001

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